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“El espíritu de Shanghái”: la Cumbre de Tianjin y el Día de la Victoria

La Cumbre de Alaska: ¿Un nuevo mundo multipolar o teatro político?

José Gabriel Martínez Borrás

Departamento de Ciencia Política, URPRP

En la pasada semana fuimos testigos de eventos que reflejan los cambios en la estructura y distribución de poder internacional. Ideólogos y analistas se debaten sobre la interpretación de la más reciente cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en la ciudad de Tianjin, República Popular China (RPCh) como la más grande en la historia de esa organización. Esta coincidió varios días después con la celebración del Día de la Victoria, la derrota de la invasión de Japón a China en la Guerra Antifascista (i.e. la segunda guerra mundial) en Beijing.


En los años noventa del siglo XX, la OCS fue una de las primeras iniciativas de la RPCh en conjunto con la Federación Rusa tras replantear la necesidad de redefinir el concepto de seguridad en un mundo unipolar. La seguridad no debe ser en contra de otros estados, sino inclusiva y compartida en ámbitos multilaterales. Esta debe sostenerse a base de las normas internacionales de la soberanía y la no-intervención en los asuntos internos de los estados y en la promoción del desarrollo de los pueblos y su derecho a la paz, pilares del orden de la posguerra.


Los países originales de la OCS —Rusia, China, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán— están ubicados uno junto al otro y buscaban evitar que su soberanía e integridad territorial fueran infringidas, socavadas o atacadas mediante terrorismo o extremismo que pudiese ser utilizado como quinta columna desde el exterior. A diferencia de otras organizaciones nacientes del actual orden multipolar, como el BRICS+ o la Ruta y la Franja, foros y organismos con una base de cooperación económica, la OCS se enfoca en la “seguridad indivisible y compartida” en la región euroasiática, siendo todas las anteriores indispensables para la gobernanza internacional.


La Declaración de Tianjin del 1ero de septiembre de 2025 reafirma las antepuestas planteando una Estrategia de Desarrollo de la OCS a diez años que incluye la creación de un Banco de Desarrollo y la firma de toda una serie de acuerdos para la ampliación de la cooperación en energía, soberanía digital, inteligencia artificial e infraestructuras. Los líderes condenaron el terrorismo, criticaron los ataques occidentales contra Irán y expresaron apoyo a una solución justa para Palestina. El grupo apuesta por un orden multipolar, la no injerencia en asuntos internos y la necesidad de una reforma de las Naciones Unidas.


Hay un énfasis muy fuerte —y predigo que esto será aún más evidente— en la seguridad o soberanía digital. No tienes soberanía hasta que tienes soberanía digital y esto se menciona de manera muy clara y específica. Además, relaciona la consolidación de una fuerte política de seguridad energética y los temas de tecnología, educación, cultura y desarrollo. En fin, la Declaración plantea una hoja de ruta para fortalecer la multipolaridad y la gobernanza entre países soberanos, dejando atrás el mundo unipolar y el neocolonialismo financiero que planteó.


Sin duda, ideólogos interpretarán estos hechos como una propuesta anti-occidental y eso sería cuestionable si no entendemos que las políticas plantean una invitación a retomar importantes pilares de la posguerra, como la soberanía y el desarrollo mientras se mantiene la conexión multilateral, global y comercial sin la injerencia unipolar que ha llevado a la crisis actual. En otras palabras, es una invitación a occidente para fortalecer la gobernanza internacional, mitigar y solucionar los conflictos y promover una seguridad común en las relaciones internacionales.


Por su lado, la RPCh, uno de los pilares económicos mundiales contemporáneos, no hace “alianzas militares” que limiten su soberanía, sino busca fortalecer esta y su desarrollo en conjunto con sus socios por lo que su política exterior ha ido construyendo nuevas instituciones que sirvan a esta gobernanza global inclusiva.


Una analogía de cómo China ve su política exterior pudiese comparase con un tablero del juego chino de “go” donde la conexión es lo que te permite sobrevivir (o si prefieres, ganar el juego), a diferencia de occidente que mira las relaciones internacionales como un juego de ajedrez o un juego de póker, enfatizando el juego-suma-cero. Si miramos un mapa de los países miembros de la OCS, es un bloque sólido que busca la inclusión como política de “ganar/ganar” y supervivencia.


Hay “blancos” que todavía se están definiendo en esta estructura de seguridad, como el caso de Mongolia, la India, Turquía, Armenia o Azerbaiyán. En el caso de Mongolia, eventualmente será un miembro dado que por su país pasa el gaseoducto “Poder de Siberia 2” el cual transportará a través de su país gas natural a China. El antiguo gas barato que suplía la fuerza de la economía de Europa ahora se dirige al proyecto euroasiático. El otro caso es India, que ya es miembro de la OCS y está pasando por un momento de “detente” con la RPCh, después de las políticas arancelarias desastrosas de la administración Trump contra ese país. El fin de los conflictos fronterizos entre China y la India es esencial para consolidar el proyecto euroasiático y multipolar.


Si comparamos esta reunión de la OCS con cónclaves recientes de los estados occidentales, notamos la diferencia en organización, visión global y hasta en las actitudes de los líderes. El mensaje central de la Cumbre de Tianjin hace énfasis y gira hacia un “Espíritu de Shanghái”, no muy disimilar al “Espíritu de Bandung” que llevó a la creación del Movimiento de Países No-Alienados durante la Guerra Fría.


Ese es claramente el mensaje simbólico, y esto también se relaciona con su conexión a la historia de la lucha antifascista, vinculada a la celebración de la victoria sobre Japón en la segunda guerra mundial. No olvidemos que, de acuerdo con diferentes estimados, China sufrió alrededor de 30 millones de bajas, números similares a los soviéticos, en su lucha contra el fascismo y en la esperanza de que “nunca jamás” volveríamos a aceptar los crímenes de dichos gobiernos contra los intereses de la humanidad.



 
 
 

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